
La Madre Teresa nos invita a ser servidores del prójimo, como Jesús nos invita a serlo, y no hablo solo por aquel mandamiento que nos llama a vivir, de amar al prójimo como a ti mismo y a Dios por sobre todas las cosas, sino como nos invita a serlo, en su Pasión en su muerte, vivir y morir por el otro, nos enseña que no basta ser un Doctor de las leyes de Dios, y un Sacerdote responsable en sus labores como tal, eso no basta, Jesús nos enseña a ser un buen samaritano. Los samaritanos eran odiados por los judíos, no se hablaban, los judíos no trataban con ellos, pero Jesús siendo Judío, nos enseña que la nobleza de un samaritano, que se detiene atender a un moribundo, está más cerca de Dios que todo aquel que profesa la fe en boca y no en el corazón.
En semana santa se conmemora la muerte de Cristo, y se llama a vivir y reflexionar su muerte, a contemplar a Dios en su pasión. Los que fuimos testigos de los trabajos desarrollado en Cauquenes y Quirihue, nos percatamos que pudimos VIVIR LA CONTEMPLACIÓN DE DIOS EN LA PASIÓN DEL PRÓJIMO, en esa cruz que llevan por un acontecimiento de la naturaleza, que los dejo sin hogar, que los dejo si comida, que los dejo y los tiene a muchos ¡sin abrigo!, y también los dejo sin un templo donde orar, pero en esto me quiero detener, para los que somos católicos, les quiero regalar una frase que me dijo un gran amigo, y para los que no son para que la reflexiones, Luciano Giglio, voluntario y miembro y encargado de la pastoral, de estos trabajos, me dijo “me doy cuenta, al ver esta iglesia destruida, que no la hacen las estructuras materiales, sino las personas”, la gente unida, la iglesia unida, la patria unida, es imposible que se destruya, por mas grande que sea la desgracia, y esa unión es solida solo cuando hay amor, AMOR VERDADERO! .. De ese que movió a Cristo a morir por nosotros, de ese amor que fue el sustento para cuando en calvario a su crucifixión al ver a todo el mundo pidiendo su muerte no se rindiera, y siguiera con la voluntad de su padre.
Nosotros estamos llamado a ser como él, estamos llamado amar, y ser amados, no hay otra razón más poderosa que esa, el amor es compasivo y no lastimero, la lástima es sentir pena por el que sufre, la compasión es sufrir con y en el otro, la compasión es morir por el otro, que es uno mismo, porque en el otro ¡somos!, por eso cobra sentido lo mandando ¡AMAR AL PROJIMO COMO A TI MISMO!
Muchos de nosotros fuimos de cierto modo parte del vía crucis, con nuestros propios talentos, una de las etapas del calvario de Jesús, la sexta, es cuando una mujer llamada Verónica movida por la compasión le limpia el rostro ensangrentado y sudado , aquella tela utilizada es sino otra cosa que nuestros talentos depositados para limpiar el rostro de quien sufre, y así fuimos testigo de la compasión depositada por los voluntarios de la Clínica Jurídica juntos a sus Profesores, de los de Salud, que no solo atendieron a los damnificados, sino mas de una ocasión a nosotros mismo como voluntarios, a los de pastoral, que encendieron el fuego y dieron sentido a nuestra labor, a todos aquellos que en cada construcción y en cada levantamiento de escombro dieron lo mejor de ellos, y del mismo modo como el rostro de Jesús quedo impregnado en aquella tela, el rostro de aquellos que ayudamos quedo impregnado en nuestras Almas.
Dedicado aquellos que nos dieron fuerza con su oración y en especial a mis queridos amigos, LUCIANO GIGLIO, SIEGRID BINTRUP, FELIPE TOBAR, MAURICIO LENIZ,VALERIA SILVA.. Unidos en ORACIÓN, Unidos en COOPERACIÓN.
Felipe Antonio Rojas Román
Estudiante de Derecho UNAB
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