¡Grande Juventud de Chile!

Sábado 27, 3:34 am. Sin previo aviso comienza una gran catástrofe. Para mi generación es el primer terremoto,…la incertidumbre carcomía cada uno de nuestros corazones, el anochecer escondía una gran tragedia y el amanecer revelaba la triste realidad. 6:50am. Comienza el amanecer. Las colas para cargar bencina cubrían cuadras, la gente estaba enloquecida por el miedo de las replicas, etc.… más allá del miedo a no tener combustible, no tener alimentos no perecibles, estoy seguro que no hay un joven en Chile que no haya querido ayudar de una u otra forma y es por eso que he decidido utilizar esta columna para engrandecer el espíritu de la juventud y especialmente el espíritu de miles de amigos de la Universidad Andrés Bello.

El llamado de ayuda venia de todas partes. Algunos desorientados y con el solo afán de ayudar partimos en busca de lo más cercano a “nuestra ciudad”: Viña del mar- Valparaíso. Trabaje en la municipalidad de Valparaíso como voluntario (con otros amigos más de la Universidad) esperando poder ayudar a levantar algún escombro o simplemente escuchando a quien lo necesito. Valparaíso a pesar de todo no necesita mayor ayuda. Ante esto uno ya se tranquiliza porque a pesar de ser nefasta la ayuda no me quede sentando en mi sillón viendo como mi país lloraba y eso es lo que hace la juventud, eso es lo que hicimos nosotros que no nos quedamos de brazos cruzados. Nos dijeron en muchos lados "que gracias pero que no es necesario", sin embargo, seguimos buscando, hasta lograr cooperar con la ayuda que cada uno creía necesaria.

Así fue como llegamos a la Universidad. Unos se fueron a construir, a sacar escombros, a ordenar ropas, alimentos no perecibles, etc. Todo serva, todo era bienvenido…cuando los voluntarios ya eran suficientes aun no me quedaba tranquilo, necesitaba utilizar de mejor manera mis manos y mi cabeza. Así es como partí a San Antonio con dos mil pesos en mis bolsillos, un tarro de atún “Vancamps” que me encantan, un paquete de fideos numero 5, y por supuesto, ropa de trabajo.

Partí sin saber qué estaba pasando, solo entendía que en Llo-Lleo , específicamente, "ojo de mar", había llegado un Tsunami. La realidad era deprimente: casas flotando, refrigeradores, alimentos, ropas, fotos, zapatos, mesas, todo…todo estaba destrozado y en el mar. ¿Qué hago? Nada podía hacer. Policía de Investigaciones me saco del sector. La PDI me pregunto qué hacía allí, y yo solo pude decir "queremos ayudar”.

Salimos de ese sector tan complicado y nos dividimos. Unos se fueron a remover escombros con la Defensa Civil y otros a trabajar con el Ejército. Yo partí a Brucelas, un sector vulnerable donde la pediculosis habitaba y la cesantía era su mejor amiga. Hicimos amigos y entregamos alimentos no perecibles gracias a la gestión de un Senador “x”. Al terminar este operativo, a las 10:30 pm, que lo nombramos “Brucelas 1”, recordé que no había comido nada, ustedes que creen… ni ganas tenia de comer…doy gracias a Dios por darme este espíritu y sé que con esta columna hablo por muchos jóvenes y si alguien no cree en Dios, permítanme darle las gracias por ustedes, que Dios bendiga a cada joven de buen corazón que puso sus manos a disposición de los demás.

Con esto finalizo. Los jóvenes creemos que unos con otros somos tan distintos, tenemos tan pocas cosas en común; que este es de derecha o de izquierda; que se viste distinto; que es feo, que es malo; que es gordo, que es flaco; en fin, una serie de prejuicios que al momento de ayudar daban lo mismo, no importaba si estábamos peleados o si me caías mal, lo único que importaba es que teníamos manos y necesitábamos hacerlas útiles. Amigos, ¡estoy completamente orgulloso de ser parte de la juventud de Chile, anhelo de corazón que el espíritu de ayuda jamás se olvide, y que por el contrario, se contagie por la Universidad!.

Alexis Araya Presmita
Coordinador de Difusión y Comunicaciones

1 comentarios:

Piero dijo...

¡¡¡Que gran columna Alexis!!!

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